En el centro de la isla de Cuba existe una ciudad fundada en 1689 y que actualmente cuenta con alrededor de un cuarto de millón de habitantes. En ella se conservan muchas tradiciones que se pierden en el tiempo.
Dos de estas tradiciones se relacionan con una plaza central llamada Parque Leoncio Vidal. Este lugar emblemático de la ciudad lo conocí en el año 1969 y ya las tradiciones que voy a exponer existían desde hacía muchos años.
La primera no es una tradición humana precisamente. Es una tradición de aves. Y no de aves con hábitos totalmente urbanos como los gorriones. Estos pájaros de los cuales voy a comentar son llamados popularmente totíes. Son relativamente pequeños y de color negro brillante. Entre ellos he visto algunos más grande y del mismo color con un pico encorvado y que los llaman judíos, pero la masa mayoritaria es de totíes.
¿En qué consiste la tradición? Pues bien, todas las tardes, cuando empieza a ponerse el sol, miles de estas aves comienzan a llegar a la ciudad desde los campos cercanos donde habían pasado el día. Llegan en pequeños y grandes grupos y alguna que otra de forma individual. Todas se dirigen hasta los edificios que rodean al Parque Leoncio Vidal y se posan por algunos minutos en los bordes de sus techos, algo así como para conversar sobre las peripecias del día. Los sonidos que emiten llenan los alrededores hasta que, ya al oscurecer, empieza a disminuir la algarabía a la vez que cada totí va encontrando su lugar de descanso en los muchos árboles con que cuenta la plaza.
Al amanecer, todo se repite. De los árboles a los techos, balcones y alfeizares, el estridente alboroto y, más tarde, la paulatina tranquilidad y silencio que sigue mientras que estos totíes levantan vuelo y se pierden en el azul del cielo, de nuevo en grupos, grandes y pequeños, en busca de los lugares de alimentación, fecundación y estancia. Así hasta el nuevo atardecer.
Raiza 09/27/2013 17:01