En enero del 2005 viajé a México por motivos de trabajo. Esta vez salí de La Habana por la Terminal Tres del aeropuerto José Martí, la más moderna y cómoda. Aun más, iba a viajar en primera clase. Esto me trajo varias sorpresas agradables. La primera fue cuando estando en la cola para chequear el pasaje y tomar la tarjeta de abordar, se me acerca una persona muy agradable y me dice que fuera por otro lado, que no tenía que hacer la cola. Después, me pasaron a un salón VIP muy cómodo y lujoso donde pude ingerir bebidas, comer deliciosas golosinas y recibir atenciones muy bien diferenciadas, todo a cargo de la compañía transportadora. Ya en el avión, ocupe un asiento grande, mullido, con ventanilla, televisor individual y con gran espacio para estirar las piernas.
El viaje fue muy bueno e impresionante, principalmente la vista de un volcán que considero sea el de Guadalupe o Borrego y otros más pequeños. También el largo tiempo que se pasa sobrevolando el área metropolitana de la Ciudad de México es impresionante.
Al llegar al aeropuerto internacional Benito Juárez de la Ciudad de México tuve que trasladarme a otra puerta de salida, bastante alejada del lugar por donde desembarqué, para abordar una línea nacional que me llevaría hasta Villahermosa, capital del estado Tabasco, donde realizaría mi trabajo.
Quise caminar la distancia por tener suficiente tiempo para recorrer la inmensidad de la instalación y encontrar un lugar donde comer algo, siempre y cuando me permitieran fumar.
Ya era de noche, el avión hacia Tabasco era más pequeño e incomodo. Al llegar al aeropuerto internacional “C.P.A. Gustavo Rovirosa” de Villahermosa, me recibieron autoridades de la universidad donde trabajaría y me trasladaron al apartamento que iba a ocupar durante todo un mes. (Continuará)
La foto corresponde al aeropuerto de Villahermosa. Tomada de :
http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/tabasco/infr.htm