En los primeros días del año 2007 todos comentaban que los buhoneros regresarían al boulevard a partir del día seis de enero, pero los días pasaban y los buhoneros no aparecían.
Los primeros paseos que hice en el boulevard después de la desaparición de los buhoneros me revelaron un paisaje desconocido. Innumerable cantidad de comercios, principalmente peleterías (aquí le llaman zapaterías) y tiendas de venta de ropa interior que casi no había podido distinguir entre la jungla de kioscos y tableros que impedían su visión. Se comenzaba a respirar un ambiente de tranquilidad, calma y amplitud que jamás imaginé se pudiera presenciar en el boulevard.
Aun así, la inmensa cantidad de buhoneros y el tiempo prolongado que estuvieron haciendo su labor comercial, dejaron en muy mal estado toda la infraestructura de este magnífico lugar urbano, que a pesar de todo, se esforzaba por enseñarnos la otrora belleza que lo caracterizó.
Pasado algún tiempo, comenzó un remozamiento total del área. En los momentos en que escribo este post, ya está terminado casi en un 75 por ciento. Los espacios concluidos muestran una belleza inimaginable. Su nuevo diseño resalta toda la amplitud de esta vía peatonal y comercial que se ve amenizada por payasos, bailarines, estatuas humanas, trovadores, cartománticos, malabaristas, actividades circenses y ante todo, por la felicidad de los transeúntes que lo colman.
Viene a mi mente, ahora, el señor que desde un banco desborda románticas melodías arrebatadas a su viejo saxofón mientras paso a su lado, de mano de mi esposa. El oeste dando los últimos reflejos dorados del sol que se escapa y una inmensa luna llena que se levanta en el este advirtiendo de la noche que se avecina. Gracias Boulevard de Sabana Grande por habernos regalado ese momento.